¿Tiene precio la salud?

Como parte de mi formación como psicólogo, el próximo año me veré forzado a optar entre los talleres clínicos cognitivo, psicoanálisis o sistémico. Más allá de la angustia que me pueda causar esta elección (que no es tanta, en realidad), que sin lugar a dudas marcará mi vida, reflexionaba hace poco sobre esta cuestión, y llegué a la conclusión de que todo llega a un punto en que debemos comenzar a pensar en el dinero, sucio y vil dinero. Lo que pasa es lo siguiente: bueno, primero que nada, aclarar que la terapia sistémica (o familiar, como a veces la llaman), simplemente no va conmigo… una cuestión de estómago -aparte de considerarla impracticable como debería ser. Entre psicoanálisis y cognitivo, en cambio, la elección se me complica. Por un lado, el estilo de terapia cognitiva posracionalista, que es el practicado por la Escuela de Psicología de la PUCV, me atrae bastante por el hecho de que se presenta como una terapia corta y efectiva, además del hecho de que Chile, mi país, está naturalmente ligado a su desarrollo, a través de los aportes de Humberto Maturana a la biología del conocimiento y centros como INTECO. Por otra parte, del psicoanálisis me encanta (siempre me ha gustado) su riqueza teórica -sobre todo ahora que estoy comenzando a conocer a Lacan-, la idea de resolver los problemas de fondo, su visión del hombre, el lenguaje, la naturaleza, instintos… en fin, también es una cercanía visceral. El problema, es que son terapias largísimas; requiere (desde mi modo de pensar) de un gran trabajo de validación como alternativa, y la verdad es que no veo que una teoría tan fuerte y rica se corresponda con resultados terapéuticos, o más bien, con efectividad, eficacia, rapidez.

Entonces llego al tema de fondo (sí, por fin). ¿Debería entonces elegir basándome en criterios económicos (capitalistas) de efectividad y eficacia? ¿Es realmente una terapia más barata y más corta la mejor? Me quedo con la duda, ya que aún no es un tema que haya podido resolver, y la idea es más que nada llegar a plantearme esta cuestión en estos términos -términos mercantilistas. ¿Es la salud una mercancía? Obviamente, todo tratamiento tiene su costo asociado, pero dudo que el criterio óptimo para elegir ellos tenga que necesariamente estar asociado al costo. Puede que una terapia cognitiva posracionalista sea más breve y efectiva, ¿pero qué pasaría en el caso de que -como creo firmemente- el psicoanálisis lograra un efecto terapéutico mucho más profundo y duradero? A fin de cuentas, me encuentro entre una teoría que no me acomoda pero que tiene una práctica atrayente y una teoría que me interesa pero cuya práctica no se ajusta a las exigencias económicas del mundo en que vivimos.