El dolor de cabeza de la nueva ley de alcoholes

Desde la semana pasada ha hecho su estreno en Chile la nueva ley de alcoholes, que como gran novedad trae algunas medidas que por lejos se han convertido en las más polémicas y odiadas desde hace mucho tiempo: la regulación horaria para el expendio de alcohol

El horario de cierre de las botillerías se fijó para las 1 de la madrugada durante la semana y hasta las 3 de la mañana el fin de semana y días previos a los feriados, mientras que los locales nocturnos deberán cerrar en la semana a las 4:00 y los fines de semana, feriados y festivos una hora más tarde. La Nación, 19 de enero del 2004

La pregunta que inmediatamente viene a la mente es ¿realmente servirá esta limitación de horarios? Y la respuesta que muchos consideramos, más que probable, cierta, es que no. De hecho, se comienzan a dislumbrar más problemas que soluciones: aumento del mercado negro y negocios clandestinos son sólo la punta del iceberg de un problema que ya existe, pero al parecer nadie quiere reconocer. Los dueños de bares, pubs y discoteques, como es costumbre, han amenazado con despedir gente. Y sin embargo, el mayor problema de todos creo que no tiene que ver con dinero ni con horarios; aquí el problema es que una vez más se opta por una alternativa que no es solución. Este proyecto nace del esfuerzo de disminuir el consumo de alcohol entre los jóvenes menores de 18 años, que ahora pueden comprar antes y embriagarse más temprano. ¿Qué soluciona esta ley? Sólo pone un par de obstáculos irrisorios para quienes desean ingerir alcohol, y lleva de pasada a perjudicar al resto de los que sí tenemos el derecho de tomar cuanto se nos dé la gana y a la hora que queramos. Los señores parlamentarios ya deberían saber que la ley no es un instrumento de crianza o educación, son los padres quienes tienen la responsabilidad, la obligación de velar por sus hijos. Dedíquense a ser padres mejor en vez de tratar de enrielar al país usando a la fuerza pública.

Notas post-data: como era totalmente de esperar, a la hora de cumplir con la nueva ley las cosas son algo más “flexibles” que lo que pretende el texto legal -las 4 se convierten en las 4:30, las 5 en las 6. Después de todo, nadie puede ser tan descabellado como para pensar que algo así va a cambiar años y años de tradición. Afortunadamente esto ocurre así… al parecer, a nadie se le ocurrió el problema que implica que TODA la gente que está en bares y pubs tenga que marcharse de repente a esperar locomoción para ir a sus casas. Claro, quienes legislan probablemente no han pensado que habemos simples mortales que no tenemos otra que ocupar el transporte público para movernos, y que juntar a toda la gente a tomar micro a la misma hora podría generar más de algún problema.